Cambiar el mundo
Primer concepto emergente de esta nueva
propuesta fue retomar la idea de cambiar el mundo. Nos dimos cuenta que su sola
enunciación ponía en crisis a personas y movimientos. Como es una pregunta que
la hemos realizado a lo largo y ancho del país en los treinta mil kilómetros
recorridos, en los más de 140 talleres dados podemos hablar con fundamento en
esta temática. Es increíble como el modelo había logrado borrar del horizonte de
nuestras vidas no solo la idea sino la acción efectiva de que el mundo podía ser
cambiado. Nos ha pasado también en intercambios de ideas con algunos
intelectuales europeos que cuando leían nuestros trabajos, sinceramente nos
decían: “hace muchos años que no escuchábamos esta idea de cambiar el mundo”.
Esta es nuestra utopía real, el centro de nuestros sueños, lo que nos alimenta
lo cotidiano, lo que nos sigue entusiasmando a seguir caminando y
pensando.
A partir de este concepto de cambiar el mundo
nos pareció importante hablar sobre “El otro país”.
Otro País
Segundo concepto que intentamos desarrollar.
Parte de reconocer que en Argentina coexisten al menos dos países absolutamente
diferenciados y por que no, antagónicos. Si bien compartimos el mismo
territorio, los mismos símbolos y no muchas cosas más, es que preferimos hablar
del Otro País, del oculto, del ajeno, del negado. El país de las mayorías, con
el cual soñamos, con justicia, con trabajo. Esta es una decisión ideológica que
se define en la reflexión de Paulo: “ A favor y en contra de quien trabajamos”.
Si vamos a ser cantores y científicos de grandes salones o vamos a bajar a
compartir con los hermanos lo que a todos nos pasa. Construir este otro país es
la tarea, sin dejar de ver el proyecto que las minorías quieren
imponernos.
En síntesis tener en claro cual es nuestro
enemigo, pronunciarlo con firmeza y anunciar con nuestras vidas que es
imprescindible luchar para mantener la esperanza.
Revolución Epocal
Este concepto nos surgió a partir de nuestro
paso por la provincia de Neuquén. Con todas sus contradicciones, la lucha que
las compañeras y compañeros han venido sosteniendo contra el modelo, siempre se
constituyó en un ejemplo para todos nosotros. El concepto de revolución también
fue ampliamente bastardeado por el modelo capitalista. Sin embargo nos parece
importante volverlo a colocar en el horizonte, porque esto es lo que queremos
hacer, revolucionar lo existente. Pero nos parece importante ir desarrollando
entre todos estas ideas.
Nuestra revolución debe ser necesariamente
epocal, es decir debe partir de esta realidad, de esta confusión, de esta
invasión de ideas, de esta economía desvastada. Partir de esta época. Una
revolución no puede ser nostálgica ni tampoco anticipatoria. No podemos seguir
pensando lo que ocurrió en la Revolución Rusa o en la Revolución Cubana o en la
década del ´70. Esto pasó y no es posible reconstruirlo desde este
hoy.
Si debemos tener conocimiento y memoria de lo
pasado, para saber porque ganamos y sobre todo porque perdimos. En esto hay que
formarse. Y decíamos que tampoco puede ser anticipatoria al estilo vanguardista
que determina a priori donde empieza la revolución y como continúa. En ambos
casos, el DOGMATISMO es sin duda nuestro enemigo principal e interno. Quizás por
esto los partidos políticos de izquierda no logren estar cerca de la gente. O
van adelante solos o intentan apropiarse de cuanta cuestión se
mueva.
Lo apasionante es que la palabra Revolución se
pronuncie y se sienta “en colectivo”, que anuncie encuentros y no desencuentros,
que no sea decidida por nadie en particular, sino que se articule a partir de un
consenso diferente, que surja en el momento preciso. Para eso hay que trabajar
denodadamente.